Su Superpoder

Sonreía, siempre, con su mirada dulce,
jugaba con su pelo,
era graciosa,
y hasta mi ansiedad se iba.
Me hacía sentir que yo era todo,
que no había futuro sin poemas,
escribía para mí.
Todo era una gran ilusión,
un gran show bien montado;
porque su mejor habilidad,
su mayor superpoder
era hacerme creer que todo era real.
Nunca me amó.